5. LA VIDA ALREDEDOR DE LA MINA
El desarrollo de la nueva industria minera de la potasa necesitaba mucha mano de obra, lo que provocaría un espectacular crecimiento de la población de Súria. Personas de todas partes llegaron para trabajar en la mina de potasa, y el número de habitantes de la villa se dobló en poco más de diez años.
A lo largo del siglo XX nacería todo un nuevo mundo en torno al complejo minero con gente venida de muchos lugares diferentes de todo el mundo, especialmente del sudeste de España. Esta mezcla ha permitido que el pueblo de Súria haya forjado un carácter e idiosincrasia singulares.
DEMOGRAFÍA E INMIGRACIÓN
La llegada de numerosos trabajadores con sus familias a partir de 1918, hará crecer rápidamente la demografía de la villa de Súria. Antes del descubrimiento de las sales potásicas, en Súria vivían poco más de 2.000 habitantes. Con la implantación de la nueva industria minera, la villa doblaría su población en poco más de diez años, hasta superar los 4.000 habitantes en 1930.
Este número de habitantes quedaría estabilizado hasta los años cincuenta del siglo XX. Entonces, la apertura del nuevo pozo de las Cabanasses, generaría una segunda ola migratoria para trabajar en la mina. En 1960, la población de Súria alcanzó los 6.689 habitantes, la mayoría de ellos también provenientes del sudeste de España.
EL CRECIMIENTO URBANÍSTICO DE LA VILLA
Las crecidas demográficas de Súria en los años veinte, y en los años cincuenta del siglo pasado, implicarían también un crecimiento en la demanda de vivienda en estos períodos. El parque inmobiliario suriense se incrementó considerablemente entre los años 1910 y 1920, y la propia empresa minera se haría cargo de la construcción de una colonia industrial para el uso exclusivo de sus trabajadores.
La segunda ola de inmigración a finales de 1950 generó una nueva crecida en la demanda de viviendas. La construcción del nuevo barrio de Salipota, en el noroeste de la población, y al otro lado del río Cardener, intentaría solucionar esta carencia de viviendas. La nueva urbanización con bloques de pisos, fue promovida por la administración pública a través de la Obra Sindical del Hogar y fue abierta a toda la población, independientemente de si trabajaban o no en la mina.
LA COLONIA SANTA MARIA
En 1918 Solvay inició la construcción de la Colonia Santa María para albergar a los trabajadores que venían a trabajar para la empresa minera y sus familias. El conjunto residencial, diseñado desde la sede central de la empresa, en Bruselas, se levantó en una colina separada varios metros de la población de Súria.
La trama urbana de La Colonia se articuló a partir de una calle transversal, la Avenida de Santa Bàrbara. A ambos lados de esta se abrían otras calles con diferentes edificios alineados. Las viviendas de La Colonia correspondían a tres tipologías constructivas diferentes según a quién iban destinadas las viviendas. En lo alto de la colina encontramos bloques rectangulares con dos pisos por planta, que estaban destinados a las familias de los mineros; algo más abajo de la colina hay un conjunto de torres con jardín, destinados a los empleados de las oficinas; y más abajo todavía, junto al pueblo, hay otras dos torres, más suntuosas, que iban destinadas al director y a los ingenieros de la empresa minera.
DE LA COLONIA AL BARRIO
El crecimiento urbanístico de Súria fue absorbiendo poco a poco la antigua Colonia Santa María dentro de su trama urbana, hasta que esta se convirtió en un barrio más de la población. El estatus de colonia industrial se mantendría formalmente hasta 1982, cuando la empresa minera vendió todos los inmuebles de su propiedad a los antiguos trabajadores que vivían allí.
Desde su construcción hasta la fecha, las viviendas de La Colonia siempre han estado habitadas, y el conjunto arquitectónico ha mantenido su forma original sin sufrir modificaciones significativas. En los momentos de máxima congestión poblacional de La Colonia, llegaron a vivir más de 600 personas, todas ellas eran miembros de las familias de los trabajadores de la mina.